Kevin Mancojo

Diario de a bordo


Deja un comentario

La princesa Ariadna y Tomillo, el jardinero

Hacía ya varios años (unos 4 o 5) tenía una espinita clavada: el teatro. Me llamaba la atención eso de tener que ser otra persona, incluyendo sus pensamientos, ideas, actitud… Meterte en la piel de otra persona es jodido, muy jodido. Nos cuesta empatizar, como para encima dejar de ser tú para ser otro. Me parecía un reto alucinante que tenía que probar y superar.

Pues hace 3 años me quité esa espinita. Me convertí en Ariadna, una princesa muy, pero que muy pesada y a la vez muy extravagante. Y sobre todo enamoradiza, aunque eso se debía a que vivía sola en una isla.

Ella fue mi primer personaje y… os aseguro que os hubiera gustado verme con una peluca rubia rizada, labios pintados de rojo, sin afeitarme y con un vestido de princesa ajustado de palabra de honor (se me veía medio pecho peludo). Nada más salir a escena la gente ya se reía y esa sensación fue increíble…

Ariadna estaba hecha para mí, me metí en su piel rápidamente. Creo que los personajes como ella me sientan como anillo al dedo (el chiste de mancos que no falte). Y no sé si es por mi interpretación o por mis pintas, pero la gente quiere volver a verme como aquella princesa pesada, pero de lo más divertida. Tengo que admitir que yo también quiero embutirme en el vestido y hacer el tonto una vez más como Ariadna, ella será mi primer amor.

Sin embargo, Tomillo no se queda corto (el papel de este año). Se está convirtiendo en un personaje muy divertido porque he de plasmar cosas muy dispares… El jardinero, como Ariadna, es muy pesado, pero además es un bocazas, un miedica y un intento fallido de ser un don Juan, más bien se queda en un hombre más salido que el pico de una mesa.

Tomillo está siendo un personaje muy interesante para mí porque me estoy exigiendo muchos aspectos que quiero mejorar, y en los que no me había centrado en los personajes anteriores. Sé que el jardinero puede convertirse en uno de mis mejores papeles porque su forma de ser, de pensar y actuar dan mucho juego, tanto para momentos alegres y divertidos, como las partes serias y trágicas.

Además de que tengo a mi lado una compañera muy increíble, la princesa Suspiritos. No hablaré de ella porque será mejor que vayáis a ver la obra, al menos aquellos que tengáis la oportunidad de hacerlo (sé que muchos me leéis incluso desde otros países, lo siento por vosotros, perdéis la oportunidad de verme temblando de miedo ante el rey Farfán I). Os dejo en la imagen (la de abajo) toda la información.

Es curioso, escribo esta entrada con ganas e ilusión, ¿será porque quedan poco más de 24 horas para meterme en la piel de Tomillo, el jardinero?

 

#NuncaDejéisDeSonreír


1 comentario

He vivido innumerables historias

He viajado a mundos mágicos, he cruzado dimensiones nuevas, recorrí tierras desconocidas, viví varias guerras; algunas llenas de magia y otras históricamente registradas. Conocí dragones y conviví con razas cuyos nombres no sabría pronunciar. Me han querido matar en incontables ocasiones y he salido victorioso en otras tantas. Pisé el Himalaya y aprendí lo que era meditar junto al frío. He tenido tantos hogares y tantas familias… y a la vez he acabado perdido y sólo. Salvé vidas tantas veces que no recuerdo ni cuál fue la primera vez. Me enamoré y desenamoré un millón de veces. Me presenté ante grandes reyes y serví como un gran guerrero. Resolví asesinatos y descubrí tesoros. Luché con mis propios puños, atravesé cuerpos con mi espada y encañoné armas. He sido un niño y un anciano. He perdido a muchas personas, pero conocí a muchas más. Hice el amor en lugares que ni recuerdo y con personas que nunca olvidaré. Incluso me pagaron por ello en algunas ocasiones. Fui una rata que leía, un niño con asperger, una ladrona de libros, un unicornio y un psicoanalista. Conocí osos que hablaban. He vivido diferentes futuros. Hablé con brujas. Volé en globo. Me volví invisible varias veces. Enfrentré demonios.

He vivido innumerables historias y seguiré viviendo muchas más hasta que me arrebaten la capacidad de leer.