Perdonad mi ausencia estos días. Quería reservarme un poco para hoy, bueno, en realidad para ayer, pero al final no pude. Tuve un gran día, de esos que se necesitan de vez en cuando para desconectar.
La charla de la que os hablé fue ayer y lo primero que debo decir es que ha sido una experiencia nueva a pesar de haber hablado ante un público con anterioridad. Ya dije en la otra entrada que iba a ser un reto y así fue. Todos eran adultos salvo mis amigos y eso influía. De esta ocasión puedo sacar bastantes detalles para mejorar aunque a la gente le haya gustado y haya quedado satisfecha.
Ya sabéis que suelo ser muy autocrítico en determinados momentos y al acabar la charla de ayer revisé un poco en mi memoria algunas situaciones. Los diez primeros minutos he de admitir que no me gustaron para nada, los nervios me duraron demasiado. De haber estado el profesor de técnicas de comunicación y expresión hubiera acabado con muchas correcciones creo yo.
Eso sí, tras esos minutos, por arte de magia o simplemente porque empecé a notar que todo era como de costumbre, volví a ser yo. De nuevo aparecieron mis bromas absurdas tanto sobre mi físico como sobre la anécdota que estaba contando en ese momento. Fue entonces cuando me paseaba más relajado sobre el escenario, cuando incluso me senté en algún que otro momento en el sillón que era más grande que yo. El ave Fénix resurgió de sus cenizas.
A pesar de todo no fue para nada una de mis mejores charlas, había momentos (desde mi punto de vista y el de amigos míos) donde me enrollaba cuando no era necesario. Es lo que tiene un charlatán como yo, que hablamos y hablamos y al final nos desviamos del tema. Pude resumir algunos detalles y centrarme en cosas más importantes. Pero como ya dije, esto fue un reto, de ello he aprendido y sin duda no empezaré igual ni me enrollaré como una persiana si no es necesario.
Vaya… ahora que releo todo parece como si hubiera salido una pésima charla. Sé que no ha sido así, pero prefiero buscar pegas para seguir mejorando, que no creer que todo salió bien y seguir por el mismo camino, que sin duda no fue perfecto para nada.
Al público le gustó, mis amigos disfrutaron también salvo esas pequeñas pegas que hay que pulir y yo disfruté cuando se me pasaron los nervios. No lo pensaría dos veces si quisieran repetir otra vez una charla así, eso sí, una versión un poco mejorada.
Dicho esto, gracias a todos los que se encargaron de organizar la charla, a los que asistieron y gracias a los que me leéis, que de vosotros no me olvido tampoco (perdón por tardar en publicar).