Kevin Mancojo

Diario de a bordo


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Después de tantos meses

Debido a la situación actual con el tema pandemia, covid, nuevas normas, etc. al final paso mucho más tiempo en casa para evitar líos. Pero hace unas semanas, concretamente la semana de la discapacidad, tuve varias charlas organizadas por diferentes entidades. Por fin pude volver a la carga después de tantos meses sin hacer gran cosa. Ya lo echaba en falta. Es en estos casos cuando sé que lo mío es inspirar a los demás con mi historia.

La primera charla fue con Mapfre, dirigida a distintas asociaciones y a los usuarios de dichas asociaciones relacionadas con la discapacidad. Con esta ponencia descubrí la importancia de tener un público delante, pues se hizo vía Zoom, sin ver yo ningún rostro. De estar acostumbrado a oír reír a la gente con mis bromas, a no saber si ni siquiera ha hecho gracia el chiste. Se hacía raro no ver las expresiones en la cara de la gente. No había feedback (respuesta del público ante mi charla). Pero aun así me gustó esta nueva forma de llevar a cabo estas jornadas. Yo pude hablar hasta por los codos, que eso es muy mío. Me quedo con la idea de haber podido inspirar a todas esas personas que estaban al otro lado. Seguramente que, de una forma u otra, les fue útil, aunque yo no lo viera en sus rostros.

Unos días después me tocó volver al instituto al que llevo yendo ya unos 5 o 6 años, el IES Antonio Menárguez Costa. Me llamaron las orientadoras con las que ya tengo confianza. Querían saber si a pesar de todo, me atrevía a ir de manera presencial para contarles mi historia a los chavales. Evidentemente que sí, mientras se cumplieran las normas de seguridad, ¿por qué no? Aquel centro ha empezado a convertirse en un hogar más para mí. Al poco de llegar el primer día, volví a ver a los diferentes profesores y profesoras que conocí los años anteriores. Se alegraron de tenerme por allí y yo por volver a verles y poder pisar sus aulas.

En este caso sí pude ver las reacciones de los chavales, a pesar de las mascarillas. Que por cierto, esto último me recuerda lo mal que lo pasé contar lo mismo durante 3 horas seguidas a diferentes clases (las tres últimas charlas fueron prácticamente sin descanso) con la maldita mascarilla. Proyectar la voz no era fácil, debía alzarla más de lo normal y lo noté. Terminé más agotado de lo normal. Pero mereció la pena, disfruté viendo como alucinaban con mi historia y con todas mis locuras. Ojalá les sirva para tener ganas de crecer en todos los sentidos posibles.

La última, la más diferente de todas. Se estaba llevando a cabo un curso online sobre los objetivos de desarrollo sostenible, la cultura pop y la forma de concienciar a los jóvenes. En esta, que también fue vía Zoom, me pidieron hablar más de mi conexión con los chavales en mis redes sociales y la forma que tengo de llevarlas para tratar de cambiar e inspirar los mundos interiores de las personas. Es algo que disfruto desde hace tiempo; llevo a cabo juegos con las herramientas que me da, en este caso, Instagram. O explico cosas de tal manera que genero curiosidad en las personas que me ven. Además de tratar temas muy mundanos, temas que se cruzan en la vida de la gente tarde o temprano (el amor, la forma de expresarnos, la felicidad, la muerte…). Expliqué todo esto y mucho más en aquella charla. Terminé contento a pesar de haber sido tan distinta a lo habitual. Además, como fuimos apenas unas 8 personas, pudimos interactuar entre todos, compartir experiencias, contar nuestros truquitos, etc. Fue muy gratificante.

Como dije, llevaba mucho tiempo sin poder dar charlas, incluso me volví a sentir nervioso con la primera que di, casi como si volviera a empezar. Y sin embargo, volver a darlas me dio pie a que quisiera volver a sentirme útil y productivo, así que me puse las pilas y decidí mejorar y avanzar con mis proyectos. Una prueba  más que demuestra que yo también saco algo en positivo de mis propias charlas. Ojalá vuelva a poder dar más dentro de poco y no tenga que esperar otros tantos meses.

#NuncaDejéisDeSonreír


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Entrevistado por La Forte

Llevo ya un par de meses más o menos escuchando podcasts. Amigos míos escuchaban algunos y hablando con ellos sobre el tema, me llenaron de curiosidad. Así que entre unas cosas y otras caí en el podcast de Enric Sánchez y La Forte: “Sí es lo que parece”. Me parecieron geniales, eran divertidos,  hablaban de cosas cotidianas y encima te podías ver representado en muchas de las cosas que contaban. El hecho de que sean pareja y tengan tanta confianza influye en lo bien que se lo puede pasar uno escuchándoles. Fue en ese programa donde descubrí que ella, La Forte, tenía su propio podcast: “Mi patio de vecinas”, donde entrevista a todo tipo de personas para que cuenten su vida. Por lo tanto, me descargué la app de Podimo, que es donde tienen sus programas, y me dediqué por varias semanas a oír sus historias hasta ponerme al día.

Al poco de descubrir a ambos, por Twitter los mencioné diciéndoles que se habían convertido en mi nuevo pasatiempo. Y unos días después recibí un mensaje privado por Instagram de La Forte. Quería una entrevista conmigo. No me lo esperaba para nada y me sentí eufórico. Alguien perdido en un pueblo de Murcia entrevistado por ella. ¿Quién se lo iba a imaginar? Mueve a mucha gente, tiene un público de la leche, conoce a gente increíble y yo, por escribir un simple tweet, acabé siendo entrevistado por La Forte.

Parecía un niño pequeño contando los días para que llegara el día de la entrevista. Y cuando llegó hasta me puse nervioso, algo que no me pasa muy a menudo. Por suerte se me pasó rápido. Encima ella lo hace todo muy ameno, divertido y con mucho cariño.

Tiendo a analizar a los periodistas (ella lo es) desde que empezaron a hacerme entrevistas más a menudo por todas las locuras que he llevado a cabo. Trato de ver hasta dónde indagan sobre mí y qué tipos de preguntas hacen. No todos son saben que nací en Alemania, ni son capaces de hacer que hable de temas muy profundos e intensos. Pero con ella pude hacerlo. Además de darme el lujo de extenderme todo lo que quisiera. Es lo que me gustaba de sus programas, permite al entrevistado contar todo lo que le plazca, para eso está su podcast. Y puesto que yo hablo hasta por los codos (chiste de los malos), terminamos haciendo un programa de lo más interesante para sus oyentes.

Hablé de mi discapacidad y la forma que tengo de naturalizarla desde el humor, de la capacidad de mis padres de hacerme lo más independiente posible, de mis anécdotas sobre la autoestima y el amor propio. Expliqué mi experiencia escolar y conté cómo nacieron mis charlas. Y, esto y mucho más, dieron pie a unos 50 minutos de programa en el que permito a otras personas conocer un poquito más cómo somos las personas con discapacidad. Y muchas otras se sintieron identificadas conmigo por formar parte del colectivo.

Tal fue el impacto en su publico que empezó a seguirme muchísima gente en redes sociales. Recibí mensajes felicitándome por la entrevista, otras compartieron el programa por Instagram, me mencionaron en sus comentarios, etc. Vamos, que tenía el móvil ardiendo con las notificaciones.

Soy consciente de la repercusión de mi persona y de mi historia (a día de hoy lo soy), pero sigue constándome creer la fuerza que le doy a la gente y el buen rollo que transmito, motivo por el que creo que tengo tanta gente caminando a mi lado y apoyándome en mis locuras. Al final nos retroalimentamos; si nadie me siguiera, apoyara y contara las ganas que le doy de crecer, yo no haría lo que hago. No serviría de nada. Y que me lleguen correos electrónicos para pedirme entrevistas y recibir mensajes después del publico me motivan para continuar con el camino que he tomado.

Así que con la entrevista me convertí en un descubrimiento para muchísimas personas y yo recibí un buen chute de energía para seguir con mis proyectos. Desde que sé que soy un faro para la gente, quiero tratar de darle luz al mayor número de personas posibles.

Gracias, muchas gracias por las oportunidades que me dais, por el apoyo y por todo aquello que me llena de energía y que le da sentido a todo lo que hago.

#NuncaDejéisDeSonreír

(dejo aquí el link para que podáis descargar la app de Podimo y así escuchéis la entrevista)

 


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La princesa Ariadna y Tomillo, el jardinero

Hacía ya varios años (unos 4 o 5) tenía una espinita clavada: el teatro. Me llamaba la atención eso de tener que ser otra persona, incluyendo sus pensamientos, ideas, actitud… Meterte en la piel de otra persona es jodido, muy jodido. Nos cuesta empatizar, como para encima dejar de ser tú para ser otro. Me parecía un reto alucinante que tenía que probar y superar.

Pues hace 3 años me quité esa espinita. Me convertí en Ariadna, una princesa muy, pero que muy pesada y a la vez muy extravagante. Y sobre todo enamoradiza, aunque eso se debía a que vivía sola en una isla.

Ella fue mi primer personaje y… os aseguro que os hubiera gustado verme con una peluca rubia rizada, labios pintados de rojo, sin afeitarme y con un vestido de princesa ajustado de palabra de honor (se me veía medio pecho peludo). Nada más salir a escena la gente ya se reía y esa sensación fue increíble…

Ariadna estaba hecha para mí, me metí en su piel rápidamente. Creo que los personajes como ella me sientan como anillo al dedo (el chiste de mancos que no falte). Y no sé si es por mi interpretación o por mis pintas, pero la gente quiere volver a verme como aquella princesa pesada, pero de lo más divertida. Tengo que admitir que yo también quiero embutirme en el vestido y hacer el tonto una vez más como Ariadna, ella será mi primer amor.

Sin embargo, Tomillo no se queda corto (el papel de este año). Se está convirtiendo en un personaje muy divertido porque he de plasmar cosas muy dispares… El jardinero, como Ariadna, es muy pesado, pero además es un bocazas, un miedica y un intento fallido de ser un don Juan, más bien se queda en un hombre más salido que el pico de una mesa.

Tomillo está siendo un personaje muy interesante para mí porque me estoy exigiendo muchos aspectos que quiero mejorar, y en los que no me había centrado en los personajes anteriores. Sé que el jardinero puede convertirse en uno de mis mejores papeles porque su forma de ser, de pensar y actuar dan mucho juego, tanto para momentos alegres y divertidos, como las partes serias y trágicas.

Además de que tengo a mi lado una compañera muy increíble, la princesa Suspiritos. No hablaré de ella porque será mejor que vayáis a ver la obra, al menos aquellos que tengáis la oportunidad de hacerlo (sé que muchos me leéis incluso desde otros países, lo siento por vosotros, perdéis la oportunidad de verme temblando de miedo ante el rey Farfán I). Os dejo en la imagen (la de abajo) toda la información.

Es curioso, escribo esta entrada con ganas e ilusión, ¿será porque quedan poco más de 24 horas para meterme en la piel de Tomillo, el jardinero?

 

#NuncaDejéisDeSonreír


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Las segundas familias

El tema del que quería hablar hoy es algo de lo que me di cuenta hace un mes más o menos, cuando empecé a moverme mucho más por Twitter y Youtube.

He de admitir que también es algo que me ocurrió en la comunidad bloguera. En realidad es algo que ocurre en la vida en general según a lo que dediques tu tiempo o en lo que trabajes.

Será mejor que no me enrolle más y os cuente:

Desde que empecé con el blog y con Youtube he llegado a conocer a muchísimas personas de todos los colores, lugares, edades y sexos, con diferentes opiniones, ideales y pensamientos.

Con el tema del blog comencé a leer otros blogueros muy interesantes que escribían lo que les apetecía. Me moví por este terreno y disfruté muchísimo hasta integrarme en la comunidad y ser uno más. Gracias, eso lo primero y lo segundo es que al final, más que una comunidad, se forma una familia que te motiva cada día a seguir. Y a pesar de no poder pasarme casi nunca a leeros por las diferentes cosas que hago, sé que vosotros en cuanto sacáis un ratito sí os pasáis por aquí (de nuevo, gracias).

http://www.eskola20.euskadi.eus/image/journal/article?img_id=1447356&t=1322346061676

Algo parecido me ha pasado con Youtube. Al igual que conocí a muchos de los blogueros por haberme integrado, en Twitter he empezado a seguir diferentes youtubers y entre unas cosas y otras hablamos a menudo los unos con los otros y nos lo pasamos bien comentando tonterías y ayudándonos mutuamente.

Creo que hemos terminado formando una piña muy divertida con unas idas de olla con las que uno termina riéndose. Supongo que es el objetivo que tenemos, sacar sonrisas porque las lágrimas abundan demasiado.

Cuando alguno hace un directo, los demás están ahí viéndolo y comentando, a veces hasta formamos parte de él (como fue mi caso hace unas semanas). Si uno sube un vídeo, los demás lo suelen compartir y dejar algún comentario. Si tenemos algún problema, tratamos de ayudar. Hasta hay intenciones de hacer colaboraciones de unos con otros, pero la distancia tiene su aquel. Y todas estas situaciones son algunas de las muchas que puede haber.

Yo me siento muy orgulloso de haberlos conocido. Hice bien en moverme por este terreno porque ahora disfruto mucho más haciendo vídeos sabiendo que ellos se pasan de vez en cuando a verlos y todas esas cosas que ya mencioné.

Es otra familia más a la que me he integrado y de la que me enorgullezco muchísimo. Y como dije, nos ayudamos mucho así que os recomiendo que os paséis por sus canales aunque sea para echarles un rápido vistazo (sé que el tiempo no abunda, pero bueno).

La red de Mario: https://www.youtube.com/channel/UChFm1c5n1zlqK4-EitRPPRQ

LacerVlogs: https://www.youtube.com/channel/UCfAo8Zx2D8bUQ8UOkjEHKig

Maria ComoLasGalletas: https://www.youtube.com/channel/UCfbO6xKFLp9nilOm_kyC2RQ

Mateo Bac: https://www.youtube.com/channel/UCJiX2YuBddznhEkLqqatW_A

Super Jellyfish: https://www.youtube.com/channel/UCgiuLhFr9MOh6sQer1EegUA

Cris Valderas: https://www.youtube.com/channel/UC4LXwQGTpuLTzlT_ZW5KPrg

Aircrum: https://www.youtube.com/channel/UCSKdMLjKgqQQ7EzzFJtPViA

Lo siento por los que me falten, hay tantos…

Sea como sea, ya me he quedado a gusto, me apetecía escribir sobre las segundas familias que surgen en esta vida.

https://i0.wp.com/www.arkadian.vg/wp-content/uploads/2015/03/youtube-live-streaming.png


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Vídeo: «Una canción, una mano y una chapa – Parte 2»

Después de hacer varias tareas tocaba ponerme con el blog. Hoy os traigo la segunda parte de la anterior entrada (Vídeo: «Un viaje, un taller y nuevas caras – Parte 1»).

Quería centrarme en contaros la experiencia que tuve y creo que hoy hablaré por todos los que participamos y formamos parte de aquellos proyectos.

Para empezar, el hecho de que cada uno viniera de distintas ramas, distintos lugares y con distintas edades lo hacía todo más interesante porque nos hacíamos preguntas los unos a los otros. A partir de ahí empezábamos a contar nuestras historias y terminamos por crear un vínculo que hoy día todavía sigue vivo. Algunos habían viajado al otro lado del charco (yo moría de envidia cuando escuchaba sus anécdotas) y otros habían hecho unos muebles que si por mí fuera decoraba mi casa con ellos.

Algo que creo que todos teníamos en común era la curiosidad y las ganas de aprender, otro factor que lo hizo todo más sencillo. Aprendí con cada uno de ellos un montonazo de cosas y supongo que también ocurrió al revés. Cada uno aportaba su granito de arena hasta crear una playa.

Por fin salí de mi zona de confort, el objetivo de ver caras nuevas al fin se cumplió. Necesitaba un pequeño reseteo y ahí estaba, llegó cuando comenzamos el taller. Ahora tocaba conocer gente nueva que podía ser totalmente distinta a lo que yo había conocido hasta el momento, tocaba oír opiniones distintas, pensamientos diferentes que no tenían que ir acordes a los míos. Y a pesar de poder tener distintos puntos de vista seguíamos haciendo el tonto y pasándolo bien como niños mientras montábamos los proyectos.

Hablando de los proyectos, ese punto también fue importante, muy importante. Uno de nosotros dijo algo muy interesante, pero… ¿sabéis qué? Eso os lo cuento para la próxima entrada del viaje a Madrid. Por el momento os dejo con el segundo vídeo:


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Vídeo: «Un viaje, un taller y caras nuevas – Parte 1»

Ya os conté hace casi un mes que me iría a Madrid una semana y unos días para formar parte de un taller de tecnología e investigación. Hoy os vengo a contar aquella historia.

Como muchos sabéis, me encanta viajar y la parte del tren fue entretenida, tanto, que al final hablé con la camarera que había en la cafetería y le mostré algunas de mis habilidades (no penséis mal, pervertidos). Veía que me manejaba a la perfección con la cámara y con todo en general así que le terminé por enseñar que también podía dibujar, entre muchas otras cosas.

Sin embargo aquello solo fue el principio; al día siguiente al llegar a Madrid empezó lo que todavía me tenía nervioso: guiarme con tantas líneas de cercanías y metro. Pero como suelo decir, soy manco, no inútil, por lo que terminé por convertirme en un tío que parecía vivir en la capital, sobre todo al final de la semana. Me empecé a mirar desde fuera y me di cuenta que estaba más pendiente del móvil en los trayectos de tren, que andaba más rápido cuando veía el cartel en el que ponía un simple uno (el tiempo que quedaba para que llegara el cercanías), etc.

Y aun por encima de todo, lo mejor vino con el taller. En un principio yo llegaba allí solo, sin conocer a nadie y sin conocer el lugar (motivo por el que fui con varias horas de antelación, quería conocer un poco aquella zona). Y como es lógico, el primer día allí fue un poco como toma de contacto.

Las 4 horas que estuvimos aquella primera tarde fueron la leche. Todos cogimos confianza rápidamente y empezamos a hablar los unos con los otros. Yo empecé a hacer mis bromas, tanto las malas como las de mancos  (que son igual de malas, pero bueno). Empezamos a conocernos poco a poco: muchos venían de fuera como yo, cada uno estudiaba una cosa (había algunos arquitectos, 3 carpinteros, diseño gráfico, etc.) y había diferentes edades.

Comenzamos a organizar todo para empezar cuanto antes con los proyectos (construir una bipedestador, una silla postural y una silla de ruedas) y nos dividimos en grupos. Los que íbamos por la mañana la verdad es que éramos unos payasetes, nos lo pasábamos bien mientras intentábamos avanzar en los proyectos (aunque parecía que no, siempre hacíamos algo la verdad), todo eran risas y bromas de uno y de otro.

Después del primer día yo me llevaba la cámara y de vez en cuando me veía a alguien con ella grabando, algo que me encanta porque cuando reviso los vídeos me cruzo con situaciones muy raras o divertidas y me empiezo a reír yo solo en mi casa. Además, así no podéis decir que nunca salgo en los vídeos.

Como ya habéis leído en el título, hay vídeo en esta entrada y solo es la primera parte por lo que me reservo algunas palabras para poder comentar en la próxima publicación. Lo mejor será que me calle ya y os deje disfrutar del vídeo:


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Vídeo: «Un día en Aqualandia»

Debería publicar otras entradas que tengo atrasadas, pero me hace ilusión hablaros sobre este vídeo. Se podría decir que es la segunda parte de la entrada que publiqué hace más de un año, «La pierna acuática«.

En esa entrada os hablo del par de (inserte aquí su opción) que tuve y acabar andando con mi pata acuática por todo Aqualandia. En esta ocasión os contaré que no tuve reparo en cambiarme de una pierna a otra, no me lo pensé dos veces como el año pasado, aprendí la lección y disfruté un montón.

Esta vez, al igual que la anterior, todos centraban sus ojos en mí llenos de curiosidad hasta que se dieron cuenta que era un payasete y hacía las mismas bromas y otras nuevas sobre la pierna. De nuevo la experiencia fue alucinante y a pesar de las primeras miradas de asombro, vale la pena porque al final con una sonrisa y mucha alegría llegas muy lejos, tanto que al final acabé haciéndome amigo de un socorrista. Hasta dos de ellos se «pelearon» por tirarse conmigo en una de las atracciones (al final nos tiramos los tres).

No dejé que el miedo me comiera como la primera vez, al revés, me lo desayuné y disfruté de verdad. Como ya he dicho otras veces, tenemos que afrontar esos miedos, esas situaciones que no nos atrevemos a superar o que nos dan pánico porque cuando sobrepasamos esa fina línea del «¿Lo hago o no lo hago?» y lo hacemos, terminamos por decir «Lo volvería a hacer»·

Tengo que admitir que esta vez tenía que tener unas pintas más raras que el año pasado; la pata acuática no está hecha con mucho detalle y terminé por perder la parte de abajo del pie. Al final resulté ser un pirata pata palo, ¡LITERALMENTE!

Creo que ya es hora de dejaros con el vídeo. Siento no salir prácticamente nada, cosas de ser el que graba la mayoría de los planos. Además no nos permitieron grabar con la Gopro tirándonos de las atracciones, de habernos dejado hubiera tenido más material. Aun así se agradece que os paséis a verlo y si os gusta, pues lo compartís, le dais a me gusta (la manita debajo del vídeo) y ya si eso os suscribís.


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Vídeo: «Torneo voley playa Mil Palmeras 2015»

Este vídeo tiene ya unas semanitas, pero no quiero cansaros subiendo tantos, hay épocas en las que subo uno detrás de otro y el blog está para más cosas.

Aquel día había un torneo de voleybol y a mí me invitaron. Aproveché la oportunidad, sobre todo porque quise cambiar el estilo; traté de tener visión espacial, preveer algunos planos (el principio y el final del vídeo) y otros detalles que no había hecho con anterioridad.

Para mí es uno de mis favoritos. Supongo que el haber descubierto a otros youtubers con muchos años de experiencia (Caisey Neistat sobre todo, un youtuber americano que hace vlogs diarios) me ha servido para este, motivo por el cual quise experimentar un poquito y modificar ideas.

Ahora que he adquirido otro estilo trataré de usarlo, pero tampoco quiero perder el anterior por lo que posiblemente termine por mezclar o en algunas ocasiones me centraré en uno u en otro, según interese o apetezca.

En lo que al tema del vídeo respecta, aunque no os guste el voleybol posiblemente os entretenga y tal vez hasta os sepa a poco. Fuimos muy temprano por lo que pudimos ver salir el sol detrás del mar, algo de lo que me enamoré. Mis amigos tuvieron que montar las redes y yo acabé metiéndome al mar, grabé partidos con unas buenas jugadas y otros… bueno, al menos se lo pasaron bien. Tranquilos, las tonterías tampoco faltan, sobre todo las de fastidiar a un amigo mientras duerme (que mala gente somos).

Creo que ya es hora de dejaros ver el vídeo. Si podéis dejar en los comentarios si os gusta el estilo o no, o si preferís otra cosa o lo que sea, os lo agradecería muchísimo. Ya me diréis:


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Vídeo: «Una mañana de kayak»

Desde hace un año aproximadamente me di cuenta de que las miradas de los demás no debían cohibirme para hacer lo que quisiera, además de la pesadez que a veces conlleva depender de mi pata chula (los que me conocéis ya sabéis que es así como llamo a mi pierna ortopédica).

Fuimos al Aqualandia de Benidorm y en un principio yo no iba a hacer nada, pero al final me convencieron y fue una verdadera pasada, de mis mejores recuerdos. Menos mal que no soy tan terco para todo porque ese día ahora forma parte de algunas de mis charlas. Sobre esto ya escribí en su momento (La pierna acuática), pero solo lo quería recordar para ver como aquello cambió bastantes cosas para mí, lo más reciente es que alquilamos unos kayaks un par de amigos míos y yo y disfrutamos de una mañana que hasta se llegó a hacer corta.

Yo ya aprendí con lo de Aqualandia por lo que en esta ocasión iba preparado, esta vez no iba con la idea de mirar, esta vez iba a disfrutar como un crío pequeño y para demostraros eso, os dejaré el vídeo que hice (todo lo de antes solo para llegar a esto… que poco me lo curro).


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El verano y la torpeza

Aprovecho ahora que tengo algo de tiempo para hablaros de algo que sucede año sí y año también; cuando llega el verano, la gente cambia.

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Llega el calor, los sudores, las ganas de beber agua fría, el ansia de ir a la playa, tomar el sol a pesar de acabar sudando como locos… Miles de cosas llegan con el verano, pero algo que llega y me saca de quicio en algunas ocasiones es lo tonta que se vuelve la gente. En otra entrada más específica ya conté que surgían las prisas y que todo el mundo iba corriendo a todos lados (El verano y las prisas). Pero es que además de eso, empiezan a no saber conducir. Me he encontrado con personas que van a 20 o 30 kilómetros por hora cuando pueden ir a 50. Algunos se paran en medio para que se baje toda la familia y busque sitio en la playa. Gente en medio de la calzada, otros que parece que van a cruzar y al final no cruzan (aunque estas cosas pasan el resto del año también). Luego están los que ocupan toda la acera entre el carrito del niño, las sombrillas y ellos mismos, lo mismo ocurre con los que tienen perro y tienen los 4 metros de cuerda; el perro acaba en una punta de la acera y el dueño en la otra. Los que, por unas causas que jamás entenderé, empiezan a correr en pleno verano y te los ves subiendo y bajando aceras para no chocar con nadie (un día algún coche se los llevará por delante) o algunos ni eso y van esquivando a todos y te llevas algún empujón. Las bicicletas que van por la acera…

Así miles de situaciones que empiezas a pensar: «¿Pero se les han fundido las neuronas o cómo va esto?» Es decir, el resto del año no ves esos casos tan puñeteramente raros. Es como si llegara el verano y muchos se volvieran un poco más torpes (un poco bastante). Es montar en el coche o pasear por ahí y ver cada minuto algo distinto, por suerte ya me lo tomo a risa.

Y como digo, esto ocurre cada año. No sé si es que el asfalto con el calor suelta sustancias alucinógenas, pero vamos… Posiblemente no ocurra en todos los sitios, pero aquí sin duda que sí. Las altas temperaturas que trae el verano no son buenas y eso que vuelven las sonrisas, las ganas de hacer cosas con los demás, tomar helados con amigos, etc. Pero si eso conlleva tanta torpeza… por favor, llevadme al polo norte ¡YA!