Kevin Mancojo

Diario de a bordo


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Vídeo: «Una canción, una mano y una chapa – Parte 2»

Después de hacer varias tareas tocaba ponerme con el blog. Hoy os traigo la segunda parte de la anterior entrada (Vídeo: «Un viaje, un taller y nuevas caras – Parte 1»).

Quería centrarme en contaros la experiencia que tuve y creo que hoy hablaré por todos los que participamos y formamos parte de aquellos proyectos.

Para empezar, el hecho de que cada uno viniera de distintas ramas, distintos lugares y con distintas edades lo hacía todo más interesante porque nos hacíamos preguntas los unos a los otros. A partir de ahí empezábamos a contar nuestras historias y terminamos por crear un vínculo que hoy día todavía sigue vivo. Algunos habían viajado al otro lado del charco (yo moría de envidia cuando escuchaba sus anécdotas) y otros habían hecho unos muebles que si por mí fuera decoraba mi casa con ellos.

Algo que creo que todos teníamos en común era la curiosidad y las ganas de aprender, otro factor que lo hizo todo más sencillo. Aprendí con cada uno de ellos un montonazo de cosas y supongo que también ocurrió al revés. Cada uno aportaba su granito de arena hasta crear una playa.

Por fin salí de mi zona de confort, el objetivo de ver caras nuevas al fin se cumplió. Necesitaba un pequeño reseteo y ahí estaba, llegó cuando comenzamos el taller. Ahora tocaba conocer gente nueva que podía ser totalmente distinta a lo que yo había conocido hasta el momento, tocaba oír opiniones distintas, pensamientos diferentes que no tenían que ir acordes a los míos. Y a pesar de poder tener distintos puntos de vista seguíamos haciendo el tonto y pasándolo bien como niños mientras montábamos los proyectos.

Hablando de los proyectos, ese punto también fue importante, muy importante. Uno de nosotros dijo algo muy interesante, pero… ¿sabéis qué? Eso os lo cuento para la próxima entrada del viaje a Madrid. Por el momento os dejo con el segundo vídeo:


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#23 Frase de lunes

Llevo una semana de no parar y lo que me queda. Casi no puedo ni preparar esta entrada, menos mal que a veces los planes cambian para mejor.

Tengo bastantes cosas para contaros, pero la prioridad hoy es la frase y la de este lunes es la siguiente:

«Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.»- Confucio

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Creo que no he podido encontrar mejor foto; una imagen oscura en la que lo poco que tiene color y brillo es una flor. Creo que todos entendéis tanto la frase como la fotografía, aun así daré mi opinión para no perder la costumbre.

Como ya sabéis, yo le veo todo lo bueno a las cosas, hasta cuando hay algún problema porque siempre hay algo positivo en todo. El Ying y el Yang. No puede haber una cosa sin la otra, debe haber un equilibrio, así que cuando todo parezca salir de pena y penséis que no puede ir peor, pensad en dónde está el lado bueno de todo. Pueden ser muchas cosas, desde alguna lección personal en la que nos damos cuenta de que no debemos seguir ese camino, hasta algo material que haya salido de la nada.

Sea lo que sea, siempre hay una parte positiva, pero es fácil centrarse en lo malo porque es lo que nos afecta y lo que viene de frente. Por lo tanto, hoy os digo que si algo malo llega, detened un momento vuestra vida, cerrad los ojos y empezad a buscar lo bueno porque aunque se esconda, si sabemos observar bien, lo encontraremos y nos sacará una sonrisa cuando otros nos creían ver llorando.


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Vídeo: «Un viaje, un taller y caras nuevas – Parte 1»

Ya os conté hace casi un mes que me iría a Madrid una semana y unos días para formar parte de un taller de tecnología e investigación. Hoy os vengo a contar aquella historia.

Como muchos sabéis, me encanta viajar y la parte del tren fue entretenida, tanto, que al final hablé con la camarera que había en la cafetería y le mostré algunas de mis habilidades (no penséis mal, pervertidos). Veía que me manejaba a la perfección con la cámara y con todo en general así que le terminé por enseñar que también podía dibujar, entre muchas otras cosas.

Sin embargo aquello solo fue el principio; al día siguiente al llegar a Madrid empezó lo que todavía me tenía nervioso: guiarme con tantas líneas de cercanías y metro. Pero como suelo decir, soy manco, no inútil, por lo que terminé por convertirme en un tío que parecía vivir en la capital, sobre todo al final de la semana. Me empecé a mirar desde fuera y me di cuenta que estaba más pendiente del móvil en los trayectos de tren, que andaba más rápido cuando veía el cartel en el que ponía un simple uno (el tiempo que quedaba para que llegara el cercanías), etc.

Y aun por encima de todo, lo mejor vino con el taller. En un principio yo llegaba allí solo, sin conocer a nadie y sin conocer el lugar (motivo por el que fui con varias horas de antelación, quería conocer un poco aquella zona). Y como es lógico, el primer día allí fue un poco como toma de contacto.

Las 4 horas que estuvimos aquella primera tarde fueron la leche. Todos cogimos confianza rápidamente y empezamos a hablar los unos con los otros. Yo empecé a hacer mis bromas, tanto las malas como las de mancos  (que son igual de malas, pero bueno). Empezamos a conocernos poco a poco: muchos venían de fuera como yo, cada uno estudiaba una cosa (había algunos arquitectos, 3 carpinteros, diseño gráfico, etc.) y había diferentes edades.

Comenzamos a organizar todo para empezar cuanto antes con los proyectos (construir una bipedestador, una silla postural y una silla de ruedas) y nos dividimos en grupos. Los que íbamos por la mañana la verdad es que éramos unos payasetes, nos lo pasábamos bien mientras intentábamos avanzar en los proyectos (aunque parecía que no, siempre hacíamos algo la verdad), todo eran risas y bromas de uno y de otro.

Después del primer día yo me llevaba la cámara y de vez en cuando me veía a alguien con ella grabando, algo que me encanta porque cuando reviso los vídeos me cruzo con situaciones muy raras o divertidas y me empiezo a reír yo solo en mi casa. Además, así no podéis decir que nunca salgo en los vídeos.

Como ya habéis leído en el título, hay vídeo en esta entrada y solo es la primera parte por lo que me reservo algunas palabras para poder comentar en la próxima publicación. Lo mejor será que me calle ya y os deje disfrutar del vídeo:


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#22 Frase de lunes

¡Lunes! Estoy que no paro, he cogido carrerilla y aquí sigo. Para empezar, se avecinan bastantes vídeos estas semanas (por eso lo de la carrerilla, terminé de editar uno). Y para seguir, empezamos la semana con fiesta por lo que no tendréis mucha queja, al menos algunos.

La frase de hoy es algo que yo intento llevar al día aunque he de admitir que a veces me cuesta, pero eso no es lo normal por suerte.

«Si dominamos nuestra mente, vendrá la felicidad» – Dalai Lama

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Suelo decir que nosotros podemos decidir lo que nos afecta y lo que no, que los problemas pueden serlo o tal vez no. Todo depende de nosotros, de si tenemos la capacidad de controlar la situación y sobre todo, de si dominamos nuestra mente.

Sé que suena complicado y realmente lo es, pero cuando uno empieza a pillarle el truco todo se vuelve más simple. Los problemas dejan de serlo y tienen una rápida solución y los sentimientos tan angustiosos que nos deprimen desaparecen.

Una forma metafórica de explicar esto sería como si fuéramos la roca del río que deja que el agua fluya a su alrededor (que místico todo, oye). Fuera de bromas, en mi caso lo hago así; trato de dejar que las cosas sigan su camino. Intento que lo que me pueda afectar, deje de hacerlo, no gano nada dándole vueltas, así que, ¿para qué seguir pendiente de ello?

Creo que la vida no consiste solo en llorar los problemas ni en rompernos el corazón una y otra vez, más bien en buscar la forma de controlar nuestra vida y vivirla de verdad, como nosotros queremos y no como otros quisieran.

Encontrar el equilibrio y el dominio de nuestra mente no es fácil, pero no es imposible, solo hay que insistir y quererlo para que al final podamos irnos de este mundo felices porque hicimos lo que quisimos realmente.


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#21 Frase de lunes

Mi lunes es movidito, toca vuelta a casa. Tengo ganas la verdad, ya salí de mi zona de confort, conocí gente alucinante, vi lugares nuevos y diferentes…

Pero mientras hacía tiempo para ir a la estación me puse a leer frases, una para hoy, y descubrí esta:

«Ni siquiera un Dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.» – Buda

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Cuando la leí, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Es la frase perfecta que define lo que yo siempre intento explicarles a aquellos que se sienten sin fuerzas para seguir adelante.

La derrota solo llega cuando uno ya se ha dado por vencido, cuando ve que ya no puede más, pero como he dicho en las frases de lunes anteriores, uno no debe dejarse vencer, debe seguir luchando.

Muchos agachan la cabeza y se dejan llevar por la corriente de agua que lleva al inmenso mar. Es más fácil, es simple, relajas tu cuerpo y dejas que fluya. Pero por desgracia, eso no quita que sigas empapado de pies a cabeza. Y peor todavía, nadie va a secarte ni cambiarte de ropa para evitarlo.

Cada uno debe tomar las riendas de su propia vida, cada uno debe decidir si quiere seguir calado o no. Por supuesto que nadar a contracorriente no es sencillo, pero las vistas desde el nacimiento del río suelen ser preciosas.

Dos direcciones y dos finales muy distintos. Solo vosotros decidís qué camino tomar: la gloria o la perdición.